Luciérnagas y mariposas

Dicen que nunca es demasiado tarde para nada, pero no estoy de acuerdo.

Llegamos a Iguazú a media tarde y caímos como si nos hubiera devuelto una máquina del tiempo, con botas de montaña, pantalones largos de andar por el monte y el forro polar con su goretex colgados del brazo. Y en la calle se superaban los 25º y la humedad era pegajosa.

Nuestra particular máquina del tiempo fue un avión de Aerolíneas Argentinas que nos llevó de Ushuaia a la selva, previa escala en Buenos Aires. Aerolíneas sí que te da emociones, y no el Port Aventura. El aterrizaje en Iguazú es espectacular: kilómetros cuadrados de selva por delante y la pista que no aparece hasta el último momento.

Con ese vestuario tan  apropiado para el glaciar pero exótico en ese momento, nada más llegar al hotel nos pusimos las chanclas y unas bermudas. En Iguazú te puedes alojar en una especie de pueblo turístico, con centros comerciales y todo, o en hoteles desperdigados entre la vegetación. No estás en la selva, pero a ratos lo parece. Pequeñas cabañas se reparten desperdigadas y el canto de los pájaros te acompaña siempre. El hotel era La Cantera. De pronto, un ave azul y amarilla picotea en la ventana del baño; un lagarto de medio metro se cruza en tu camino mientras das un paseo en bici; las mariposas tienen alas del tamaño de palmeras de chocolate...

Sobre unas tumbonas vimos anochecer. No hacía ni unos minutos que la oscuridad era absoluta (tan absoluta como es en los lugares poco iluminados) cuando un punto de luz cruzó el cielo. Poco después, otro. Y uno más. Pensé en algún efecto óptico,pero pronto lo descarté. ¿Eran luciérnagas? ¡Eran luciérnagas! Creo que jamás había visto una hasta entonces. De hecho, ¿no eran seres mitológicos? Me hizo mucha ilusión, aunque pueda parecer una nimiedad. El problema es que, a cierta edad, ya no puedes ir contando que emociona ver luciérnagas. Creo que es demasiado tarde.

Con mi compacta es muy difícil fotografiar luciérnagas, pero las mariposas sí se dejan.

Recepción y restaurante del Hotel La Cantera, en Iguazú.

A las habitaciones se llega a través de un entramado laberíntico de pasarelas de madera.

La luna, a través de las ramas.

De repente, un pájaro picote en la ventana mientras me afeito.

Un paseo en bici por los alrededores del hotel.





























Comentarios

  1. Hola, José Luis! Gracias por este relato .En 2 semanas estaré en Foz de Iguazú y me gustaria pasar un par de días en este Hotel que comentas.¿Podrias comentarme algo sobre el transporte a la ciudad y a las cataratas desde el Hotel? No vamos en auto.¿Se puede ir caminando hasta algun camino donde circulen colectivos, buses, etc? Gracias !

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  2. Hola, Eduardo. Gracias por tu comentario. No sé si te podré ser de ayuda. Para ir a la ciudad puedes coger un taxi, está muy cerca y no es nada caro. Andando desde el hotel hasta la carretera principal habrá unos 15 minutos, calculo, pero no puedes volver de noche porque apenas está iluminado. Y para ir a las cataratas fui en la furgoneta de una agencia. Saludos y buen viaje!

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