Jerash, otra víctima de la guerra

Hace un lustro, cuando no existía el Estado Islámico y no había ni sospecha de que Siria podía verse sumida en una guerra  interminable, Jerash, la antigua Gerasa, era uno de los cuatro puntos cardinales en los que se sostenía el turismo de Jordania, junto a la principal estrella, Petra, el desierto de Wadi Rum y el Mar Muerto.

Leo en The New York Times International que apenas se visitan sus ruinas. Desde hace años, uno de los mayores restos de ciudad romana languidece sin que las autoridades puedan evitarlo.

Jerash está al norte de Amán, la capital jordana. Es de hecho la atracción turística más al norte del país, a una treintena de kilómetros de la frontera con Siria. Hasta 2011, las rutas turísticas hacían combinados Siria-Jordania en los que Palmira, Afamea y Jerash formaban un auténtico triángulo de oro del arte romano, tres de los recintos arqueológicos más importantes de aquella época fuera de Italia.

Pero ahora apenas hay grupos de visitantes, más allá de los occidentales que viven en el país (diplomáticos, trabajadores de multinacionales, periodistas, cooperantes...).

Pasear entre las ruinas de Jerash es lo más parecido que puede hacerse estar en una recreación en 3D de lo que fue una gran ciudad romana por la que desfilaron los siglos y las culturas. Por su vía principal, el Cardo Máximo,  aún se puede ver la huella que dejaron las ruedas metálicas de los carros sobre la piedra blanca.

La antigua Gerasa alcanzó su máximo esplendor en la época del emperador Adriano, en torno a la primera centuria d. C. Allí se construyó un hipódromo, dos teatros, un foro, templos, plazas públicas, fuentes monumentales. La ciudad era rica por su agricultura y también por ser un paso obligado para las caravanas que unían la actual Siria con la capital jordana moderna. El comercio era boyante y la riqueza se tradujo en edificios espléndidos.

Conservada durante siglos bajo la arena


Tras su decadencia, la ciudad quedó semienterrada por la arena del desierto, lo que contribuyó a su conservación, hasta principios del siglo XX, cuando comenzaron las excavaciones arqueológicas.

Hoy la parte abierta al público, casi todo lo excavado, es sólo una pequeña porción de lo que fue la Gerasa romana, pero sin duda la más espectacular. La plaza oval es una columnata elíptica semejante por su forma a la de San Pedro en El Vaticano. Cuenta con dos teatros, el norte y el sur, sobre cuyo escenario se celebra un importante festival en el mes de julio. Un paseo por su kilométrico Cardo Máximo es una sorpresa continua, y un incesante descubrimiento de restos de edificios romanos e incluso de una mezquita del siglo VII. Al llegar a la intersección con el decumano sur, el tetrapilo sur se alza con elegancia: cuatro columnas corintias muy bien conservadas.

El atardecer es, sin duda, la mejor hora para terminar la visita a Jerash. Los tonos dorados que el sol proyecta sobre las columnas dan un toque de irrealidad al conjunto, de desajuste en el tiempo, que hacen que te sientas realmente transportado.

Todo esto, y más, es lo que  muchos se están perdiendo al asociar Jordania, un país que milagrosamente se ha mantenido al margen de los vaivenes de la zona, con la guerra en Siria. Y su economía lo sufre.

La monumental puerta de Adriano, acceso al recinto arqueológico. | Fotos: La Maleta Infnita


La columnata elíptica de la plaza oval.

Detalle de las columnas del tetrapilo sur.
Actuación musical en el teatro.
Una de las fuentes romanas dedicadas a los dioses.

Uno de los mosaicos, perfectamente conservados y en la actualidad con escasa protección.



El Cardo Máximo, al atardecer.

Comentarios